7/9/09

La imaginación como práctica social


Para hablar de la democracia es necesario primero saber qué es eso. Siempre nos han dicho lo que etimológicamente significa y está bien, es un concepto lo suficientemente claro como para que todos lo entiendan pero a su vez lo suficientemente turbio como para que cada uno lo aproveche en su beneficio. Si reducimos la democracia únicamente a la existencia real de un sistema electoral y partidos políticos que luchan entre sí por alcanzar parte del poder, tengo la sensación de que nos estamos perdiendo la parte más divertida de la fotografía. Si en la democracia, la autoridad que emana es de los ciudadanos, ¿Cuál es el papel  de los ciudadanos? ¿votar? ¿No importa lo que diga o haga con tal de que vote y pague mis impuestos?
Como siempre la realidad, la más extraña de las maestras, nos demuestra que esta democracia de la que hablamos no es sino el trailer de una buena película. El ciudadano, cuando tiene en claro sus objetivos, ahora tiene la capacidad de reunirse con otros y abrir paso a sus iniciativas, sus proyectos e ideas; el ciudadano de hoy tiene capacidad de ejecución. El ciudadano del que les hablo ha aprendido a revalorar lo que los gobiernos pasaron a despreciar. Elementos como la creación de redes sociales, el diseño de nuevos modelos de desarrollo poscooperativistas, y articulación de grandes grupos sociales a favor de objetivos concretos – una especie de organización de organizaciones – han llevado a empoderar a los ciudadanos a través de grupos que, por su origen, verdaderamente lo representan. Estas ideas que no son nuevas, aunadas al gran avance tecnológico –que si es nuevo – dan pie a la acción de organizaciones con un meta-poder sin precedentes. La imaginación se ha vuelto el límite de los agentes de cambio.
Un ejemplo de la organización de organizaciones de la que hablo es la alianza estratégica ejemplar que se dio en Maharashtra, India entre The Society for the Protection of Area Rosources Centres, organización enfocada a desarrollar programas contra la pobreza urbana en Bombay, The National Slum Dwellers Federation y Mahila Milan, la cual se dedica a fomentar el ahorro y el desarrollo económico principalmente a través de las mujeres. Estas tres grandes y experimentadas organizaciones decidieron unirse y desplegar proyectos y programas en conjunto convirtiéndose verdaderamente en un agente de cambio con mucha fuerza. Fue a raíz de esta alianza y del fuerte impacto que tuvieron las acciones emprendidas, que los gobiernos locales decidieron voltear a ver a esos grupos de personas abandonadas a su suerte y comenzaron a actuar a favor de ellas. Desde ese momento la alianza se convirtió en un intermediario entre los gobiernos y las comunidades.
Si esa alianza nunca se hubiera concretado y cada organización hubiera seguido actuando de forma independiente, las comunidades de Maharashtra quizás seguirían el día de hoy completamente abandonadas a su suerte.
Las organizaciones sociales deben hacer a un lado su ego e individualismo si en verdad desean cambiar el mundo.

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