7/9/09

El Derecho a la Ciudad


Hace algún tiempo en una conferencia escuché por vez primera el término. Emilio Álvarez Icaza, entonces presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, lo anunció como uno de los nuevos derechos por los que iba a velar la Comisión a su cargo. Intentó explicarlo de forma clara y concreta pero sinceramente no creo que muchos estuvieran familiarizados con el tema. No obstante, a raíz de la lectura The Right to the city del investigador David Harvey pude comprender de una mejor manera el sentido del término. ¿Qué es eso del derecho a la ciudad? ¿Cómo se pude tener derecho a la ciudad? ¿A qué se refiere ese derecho?
Pues bien, como lo señalamos en el artículo anterior y busco insistir en este, la concepción del ciudadano como agente de cambio es ya una realidad pero no por ello generalizada. El ciudadano común y corriente aún no consigue concebirse a sí mismo como un agente de cambio con poder real y con capacidad de influir en las decisiones de su gobierno. La gente no se siente representada y debido a ello todo lo que emane de los órganos representativos como por ejemplo el Congreso de la Unión le parece indiferente y, en muchas ocasiones, irrelevante.
Ese desapego al ordenamiento jurídico y a su sistema político en general se refleja en una falta evidente de participación por parte de los ciudadanos y en una carencia absoluta de respeto por las leyes que de ese sistema emanan. El concepto del derecho a la ciudad invita a los gobiernos locales de todas las ciudades del mundo a hacerlos partícipes del diseño de las políticas públicas que los afectan e inciden de forma directa en sus vidas, es decir, permitir a los ciudadanos no solo formar parte sino que a través de este mecanismo puedan transformar, en virtud de su conveniencia y necesidad, desde la infraestructura urbana hasta la conducir la dirección y aplicación de ciertos programas en su demarcación. ¿Cuál es el resultado y las ventajas de implementar este derecho? Por parte del gobierno, mayor estabilidad, mayor gobernabilidad, respeto a la autoridad y sobre todo respeto a las normas.  Por parte del ciudadano, su empoderamiento, su capacidad para hacer valer su voz y opinión y verla reflejada en la realidad, y la construcción de un lugar más cómodo y bello para vivir. Bien vale la pena pensar ahora en cómo aplicarlo, ¿no?

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